Hasta que el interés nos separe

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¿Y la gente que se separa o se divorcia y de vez en cuando queda, va a cenar y acaba en la cama? El lunes, el Heraldo de Aragón explicaba que los divorcios fingidos han aumentado. Matrimonios que se rompen por intereses económicos, aunque siguen manteniendo la misma relación que antes. ¿El motivo? Evitar embargos. Los que lo hacen acostumbran a ser empresarios. Dice el Heraldo: «El caso típico es el siguiente: un empresario al que no le van bien los negocios debido a la situación económica actual y que se encuentra al borde del embargo de sus bienes decide separarse de su mujer –en ocasiones, el orden de los sexos es el contrario–, para cederle a ella todas las posesiones materiales y sortear, de esta manera, la pérdida de patrimonio». Pero hay casos más banales: gente que se divorcia para que el domicilio de uno de los dos cambie y, así, poder matricular al hijo en otra escuela a la que, con el domicilio original, no lo habrían podido llevar.

Son los detectives privados los que avisan del fenómeno. Demostrar si se llega al divorcio por interés económico o porque la convivencia ya no da para más es difícil. ¿Pero, importa, de hecho? Si todo son contratos, un divorcio es un contrato y listos. Quizás no ha cambiado nada en la relación pero, si firman los papeles, ya están divorciados. ¿Cómo van a medir el grado de amor o de odio que hay entre los dos? ¿El hecho de que vivan juntos es definitorio? Si se trata de vivir cada uno en un piso diferente para dar verosimilitud al divorcio, nada más sencillo que recurrir a eso que ahora llaman living apart together y que ha existido siempre, con nombre inglés o no. ¿Y los que se separan o se divorcian y, de vez en cuando, quedan, van a cenar y acaban en la cama, a la salud de las viejas épocas? ¿Los denunciarán por divorcio fingido porque de vez en cuando echan un polvo?

En Guatemala se da estos días un sainete curioso, protagonizado por el presidente, Álvaro Colom, y su mujer, Sandra Torres, que se han divorciado. La Constitución de aquel país impide que familiares de hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad del presidente se puedan presentar a las elecciones. En tanto que mujer del presidente, pues, por ley Sandra Torres no puede ser candidata a la presidencia en las elecciones de septiembre. Divorciada, sin embargo, la cosa cambia. Eso es lo que dicen ellos, pero una juez ha impugnado su divorcio porque lo considera un fraude, un fingimiento.

De los matrimonios de conveniencia hemos pasado a los divorcios de conveniencia. Ahora, lo que hay que demostrar no es que dos personas quieren convivir realmente sino que realmente no quieren. Escribía Peius Gener en Los Cent Conçeyls del Conçeyl de Cent: «Casa’t, no per l’interès: / pel capital, que val més». Lástima que «divorcia’t» tenga más sílabas que «casa’t», porque, si no, cambiando «casa’t» por «divorcia’t», aprovecharíamos incluso el mismo pareado.

Fuente de: http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110603/54165230521/hasta-que-el-interes-nos-separe.html

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