Separaciones de conveniencia

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«Yo conozco quien ha hecho hasta cinco el año pasado». El comentario está cazado en una conversación de abogados de Jaén. Sobre un tema del que todos han oído hablar en los juzgados, que provoca sonrisas, asentimientos con la cabeza o miradas nerviosas, pero sobre el que nadie admite en público una intervención directa: separaciones de conveniencia. Parejas que fingen una ruptura para salvar de embargos judiciales los bienes más preciados del matrimonio, asfixiado por las deudas. Normalmente, el piso o la casa conyugal. Uno se queda con las deudas y bienes sobrevalorados. El otro, con lo que realmente importa. Y a seguir juntos, a pesar de lo que digan los papeles.

«Se trata de la disolución de la sociedad de gananciales que se constituyó con el matrimonio. Nos llega gente hasta arriba de deudas, con acreedores persiguiéndoles, con averiguaciones del juzgado sobre su patrimonio, y con el temor de que les embarguen», describen en un despacho donde admiten haber recibido peticiones para tramitar el papeleo. En realidad, el trámite es simple y rápido: se hacen dos lotes con los bienes gananciales de la pareja, los dos firman, se presenta en el juzgado y la pareja está legalmente separada. Y ya está. En apariencia, porque hay tecnicismos que salvar. «A la hora de hacer las partes hay que equilibrar, para que resulte creíble y por temas fiscales», comentan.

A pesar de que oficialmente estén separados, la pareja sigue conviviendo. «Nadie tiene por qué enterarse». En estas que los acreedores van a echarle mano a las posesiones del deudor y se encuentran con que los bienes de más valor ya no están a su nombre.

Fiscales y detectives privados

El fiscal especializado en asuntos civiles de la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Jaén, Cristóbal Fábrega, explica que «las deudas generadas durante el tiempo que duró la sociedad de gananciales también hay que liquidarlas con ésta, así que separarse no elimina la obligación de responder con los bienes que hubiera. Se puede incurrir en un delito de alzamiento con este tipo de operaciones». En Fiscalía no consta que se estén produciendo separaciones o divorcios ficticios o que estén aumentando con la crisis. Tampoco los fiscales tienen instrucciones especiales de extremar la vigilancia sobre esta posibilidad. Y el juzgado de Familia de Jaén, con carga de trabajo atrasada suficiente como para mantenerlo ocupado un año entero, tampoco pueden entrar en éso.

«Es muy difícil demostrar que ha sido un alzamiento o un fraude intencionado», dicen en otro de los despachos consultados. «Prácticamente la única manera es ponerle a los implicados un detective privado que demuestre que la convivencia no ha cesado, que siguen juntos. Y aún así siempre pueden decir que se están dando otra oportunidad. ¿Quién va a decirles que no tienen derecho?», puntualizan.

En dos gabinetes de detectives privados consultados en Jaén admiten que han recibido algún encargo de este tipo por acreedores burlados. «Pero es algo que siempre ha existido, no se ha inventado ahora. Y no es un trabajo muy habitual para nosotros en Jaén, sino todo lo contrario», precisan en la agencia Gavinfor. En otra agencia indican que han hecho trabajos de vigilancia y seguimiento para detectar que se mantenía la vida marital, como entradas de los cónyuges juntos al portal del domicilio de siempre, seguimientos al supermercado para grabarles mientras hacían la compra juntos y similares. «Eran separaciones ficticias, de conveniencia», resumen.

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